El agua es esencial para un desarrollo rápido de las plantas y para la obtención de altas producciones. El riego influye notablemente para una buena floración, cuajado y desarrollo del fruto. En árboles en los que se produce estrés por falta o exceso de agua se puede observar una mayor cantidad de abortos de fruto. 

Al aumentar la superficie de cultivo del almendro en regadío, la disponibilidad de recursos hídricos se ha reducido significativamente debido a las menores precipitaciones y a la competencia de otros sectores por el uso del agua. En zonas productoras de almendro como California o Australia, este cultivo ha llegado a disponer de dotaciones superiores a los 10000 m³/ha, produciéndose 3500-4000 kg/ha de pepita. Si bien estas dotaciones en la actualidad se han reducido, aunque siguen contrastando con las dotaciones de la zona mediterránea, que son muy inferiores. Por lo tanto, nos encontramos en una situación en la que las dotaciones hídricas disponibles, son inferiores a las necesidades de agua óptimas del cultivo para todo su ciclo, y se hace preciso adoptar estrategias de riego deficitario con las que se optimice el volumen de agua disponible y así maximizar la productividad del agua de riego.

En el cultivo del almendro la aplicación del riego deficitario se debe realizar a mitad de junio, cuando ha finalizado el llenado del grano (figura 1), hasta la apertura de la corteza. De esta manera no se generan grandes caídas de producción, siempre y cuando el estrés al que está sometido el cultivo no sea excesivo.

Figura 1. Ciclo anual del almendro. Fuente: UC Almond Manual, 1995

El sistema de riego óptimo es por goteo, pudiendo ser tanto en superficie como enterrado. La separación entre goteros depende del tipo de suelo. El caudal de los mismos dependerá de la velocidad de infiltración del suelo. Es habitual instalar dos líneas de goteo, todo ello con el objetivo de aumentar la superficie de suelo mojada.

La profundidad del bulbo húmedo dependerá de la velocidad de infiltración del suelo y del tiempo de riego (figura 2), mientras que en la extensión horizontal del bulbo influyen el tipo de suelo y el tiempo de riego.

Figura 2. Penetración del agua en función de la textura del suelo y horas de riego.

Como ayuda al manejo del riego, se pueden instalar sensores de humedad en distintos puntos y a diferentes profundidades. De forma complementaria, los sensores de flujo de savia miden de forma indirecta la cantidad de savia que circula por el xilema. 

«Desde Nutalia Agroconsultores, se calculan las necesidades de riego semanalmente, para ajustarnos al máximo a las demandas del cultivo. Se realiza de forma personalizada a cada agricultor, teniendo en cuenta la situación hídrica, la climatología y el tipo de suelo de cada explotación. Estos cálculos de riego personalizados, de forma semanal, permiten suplir de forma óptima las demandas hídricas del cultivo, avalando un uso sostenible del agua y unas producciones que garantizan la rentabilidad del cultivo. 

Además, nuestro equipo técnico realiza comprobaciones de humedad en campo a diferentes profundidades y en diferentes puntos de la parcela, para comprobar la uniformidad y eficiencia del riego.»